Leishmaniosis canina II: la locura inmunitaria

¿Tiene tratamiento esta enfermedad?

Leishmaniosis canina II

En la primera entrada dábamos unas pinceladas básicas de esta enfermedad, pero es importante conocer cómo se desarrolla ésta para entender y aplicar correctamente los tratamientos, tanto los preventivos como los necesarios en el caso de que el perro enferme.

 

¿Por qué enferma mi perro cuando el flebótomo pica?

Cuando un insecto parecido a un mosquito pica a nuestro perro, le inocula a su vez el parásito. Si las defensas de la piel no lo impiden, este llega hasta el torrente circulatorio escondido dentro de las células de defensa del propio organismo y se multiplica dentro de ellas hasta que las hace reventar para ir a colonizar nuevas células.

Pero llega un momento en el que el sistema inmunitario se da cuenta del "engaño" y se desata la masacre: el cuerpo se dedica a "sacrificar" esas células infectadas para que el daño no sea mayor. Este punto es crucial y va a suponer la diferencia entre un perro enfermo o no, dependiendo de qué tipo de "sacrificio" haga el organismo:

Activación de la respuesta celular. Células de defensa que se encargan de eliminar a las infectadas (y sólo a estas). Dan lugar a un buen control de la infección; aunque no consiguen eliminar por completo el parásito, consiguen parar su replicación y que se quede latente: el perro está prácticamente sano.

Activación de la respuesta humoral. Descarga masiva de anticuerpos que provocan la locura de las células eliminadoras, destruyendo estas las células infectadas, pero también muchas sanas de su alrededor, provocando lesiones en piel, riñones, articulaciones, etcétera: el perro está enfermo de leishmaniosis.

Así pues, a diferencia de la mayoría de enfermedades, la leishmaniosis no es causada directamente por el parásito (Leishmania infantum), sino que es la consecuencia directa de una respuesta inmunitaria exagerada (humoral) por parte del perro.

 

¿De qué depende que haga una u otra respuesta?

Actualmente, se desconoce la razón por la que el organismo opta por una u otra opción de "sacrificio", siendo en la mayoría de casos una lotería; si bien hay ciertas razas predispuestas a hacer una mala respuesta (exagerada) como son los bóxers, rottweillers, pitt-pulls, pastores alemanes y yorkshire terriers; y otros que tienen la suerte de hacer casi siempre una buena respuesta celular (podenco ibicenco).

 

¿Cómo podemos provocar una u otra respuesta en nuestro perro?

Lo más importante en este aspecto es que, fruto de la investigación de muchos años, se ha conseguido la manera de "educar" al organismo para que, en caso de que el animal se vea infectado, desarrolle la respuesta que nos interesa: la celular (controlada y específica) en lugar de la humoral (descontrolada e inespecífica).

 

Actualmente, disponemos de dos herramientas:

Una vacuna (Letifend). Aplicada anualmente, hace el efecto antes mencionado, es decir, provoca que el sistema inmune de nuestro animal se decante por la respuesta celular tranquila pero eficaz que deseamos. Así, en caso de que el parásito penetre, no provocará grandes daños y será mucho más sencillo controlar la infección. Es importante entender que la vacuna no evita la infección, sino que facilita mucho el control de la enfermedad, e incluso, puede llegar a evitar en muchos casos la manifestación de esta.

Un jarabe (Leisguard). Dado al perro una vez al día durante 30 días y repitiendo esta pauta cada 4 meses, estimula y activa las células de defensa para que hagan frente al parásito en caso de infección.

Los dos productos hacen efectos similares y ambos tienen elevados índices de eficacia. La gran diferencia recae, sobre todo, en el modo de administración.

 

Así, ¿ya no hace falta que le ponga las pipetas o el collar?

Sí, hace falta. Es muy importante entender que estos dos fármacos nunca sustituyen a los repelentes de flebótomos (pipetas o collares específicos), dado que si bien su eficacia es muy alta, es mejor no jugar con fuego; es decir, cuanto menos insectos piquen y menos carga parasitaria haya en el organismo del perro, mejor será la prevención.

Insistimos en la teoría de las dos barreras: la primera barrera son los repelentes (Vectra 3D o Seresto/Scalibor) y la segunda barrera los estimulantes inmunitarios (Letifend o Leisguard).

 

¿Realmente hace falta darle "tantas cosas" a mi perro?

Se han hecho estudios científicos en los cuales se ha comprobado que un perro que vive en el Levante español puede ser víctima de 40 picaduras de insectos voladores en una sola noche, algunos de ellos con el parásito Leishmania en su interior. Multipliquemos esta cifra por los meses de calor y veremos la cantidad de parásitos que le pueden transmitir a nuestro perro. Toda precaución es poca.