Leptospirosis canina

Existen diferentes serotipos patógenos de la bacteria: Leptospira interrogans, L. canicola, y L. Icterohemorrágica

Leptospirosis canina

Es una enfermedad bacteriana muy grave y contagiosa que afecta a los perros y también puede llegar a afectar a las personas. En los perros produce lesiones agudas o crónicas en el riñón, hígado y ojos, y en muchas ocasiones puede ser fatal, produciéndole la muerte en pocos días. Los perros no vacunados son sensibles a cualquier edad.

 

Síntomas de la leptospirosis canina

Los síntomas son muy variables, pero los más frecuentes son:

Apatía

Anorexia

Fiebre

Depresión

Vómitos

Polidipsia/poliuria (beben y orinan mucho)

Diarrea y abdomen en tabla (doloroso)

Ictericia (color amarillento de mucosas y piel)

Pequeños moratones en la piel

Disnea (dificultad en la respiración)

Conjuntivitis

Abortos

 

La enfermedad se puede presentar de forma sobreaguda, con muerte súbita del animal, o de forma aguda o subaguda, en la que los animales pueden experimentar cierta mejoría, aunque podrían desarrollar lesiones permanentes.

El contagio se produce por contacto directo de las mucosas de un animal sano (mucosa oral, nasal…) con la orina, placentas o heridas de un animal infectado. Una vez infectado, si el animal no está vacunado, la bacteria sigue su curso y a través de la sangre se dirige a hígado y riñones donde se reproduce y causa lesiones.

Las personas se pueden contagiar a partir de un animal enfermo, ya que con la orina se eliminan bacterias.

En la naturaleza hay animales portadores de esta enfermedad, como son las ratas (que pueden contagiar a nuestros animales o a nosotros mismos).

 

Tratamiento y prevención de la leptospirosis canina

El tratamiento pasa por mejorar los síntomas clínicos y eliminar la bacteria.

Estos tratamientos son largos y no siempre terminan con la curación del animal. Normalmente, a los 5-7 días hay una mejoría clínica con tratamiento, aunque a veces esta mejoría tarda en aparecer o muere el animal irremediablemente.

Por esto lo mejor es la prevención. Es necesaria una buena vacunación del animal a partir de los 2 meses de vida, sobre todo de aquellos que viven en zonas de riesgo: animales que habiten en zonas donde se sabe de la existencia de roedores, animales cazadores…

La vacunación de las madres es la primera fuente de inmunidad para los cachorros a través de la leche (97 %).

En las personas, hay que mantener una correcta higiene para evitar el contagio: utilizar guantes para la limpieza de las zonas donde viven los animales (jaulas) y siempre evitar, en la medida de lo posible, el contacto directo con la orina.

Hay que recordar siempre que la vacunación de nuestro animal es una protección para él, pero también para nosotros.